La importancia de la sostenibilidad ya no se discute en la actualidad y el turismo no escapa a esta realidad. Turismo sin sostenibilidad no debería ser posible, aunque todavía algunos actores no tengan muy claro cómo hacer sostenibles sus operaciones.
Tenemos que recordar que la sostenibilidad ha de permitir hacer frente a las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades; esto definitivamente genera un compromiso en los que vivimos hoy y hacemos turismo hoy; tanto los que hacemos turismo porque trabajamos en el sistema turístico, como los que hacemos turismo porque viajamos. El compromiso, entonces, es de todos.
Son tres áreas las que aborda la sostenibilidad turística, las cuales tienen que entrelazarse para poder lograrla: la económica, la socio-cultural y la medioambiental. En cuanto a la económica, tendrá que ser “eficiente” para ser sostenible. Esto quiere decir que el turismo, como toda actividad económica, tiene que ser rentable, buscando en esa eficiencia la viabilidad de los negocios y la satisfacción de la demanda. Sólo consiguiendo estas metas se podrá considerar que la parte económica del turismo es sostenible.
En cuanto al área socio-cultural, implica que tenga “equidad”, lo que conlleva que haya beneficios para la sociedad anfitriona, respeto de sus valores socio-culturales y mejora de la calidad de vida de quienes habitan las zonas turísticas. Solamente cuando se cumplen todas ellas podremos decir que la parte sociocultural del turismo es sostenible.
Sobre lo medioambiental, el compromiso con la sostenibilidad conlleva a la “conservación”, buscando que se preserve la biodiversidad, que se haga un uso racional de los recursos naturales y que se conserven los mismos desde una perspectiva intergeneracional. Cuando todo ello se haya conseguido, se tendrá calificada como sostenible la parte medioambiental del turismo.
Si afirmamos que cada una de estas áreas, que ya representan un mundo en sí mismas, deben interrelacionarse, al final habrá que lograr en conjunto que la economía esté completamente basada en la comunidad local, la conservación se ejerza con absoluta equidad y la integración de la economía/medioambiente sea total.
Con tantas aristas en cada una de las dimensiones de la sostenibilidad, el reto es enorme. Muchos y variados son los caminos que se pueden tomar para ir trabajando y acercándonos cada vez más a la ansiada meta.
La empresa turística tiene el desafío de ampliar su visión periférica y expandirla 360° para ir descubriendo en cada una de las tres áreas de la sostenibilidad, qué acciones tomar y cuáles políticas establecer para ir contribuyendo a su compromiso con el planeta y con las generaciones futuras. Lograrlo 100% y decir “ya somos sostenibles” no es real, pues siempre habrá prácticas que mejorar y nuevos objetivos que alcanzar en las tres dimensiones. Es por ello que la sostenibilidad es una utopía, una hermosa utopía que los que estamos en el mundo del turismo debemos abrazar y, al igual que el escalador se siente atraído por la montaña y con persistencia avanza para alcanzarla, así mismo nosotros avanzar con pasión para poder ser más sostenibles en nuestro quehacer institucional.
La sostenibilidad turística es utópica, pero es posible. Y es, sobre todo, un compromiso de todos.