La industria hotelera y el turismo han vivido sus días difíciles desde marzo 2020, cuando la OMS anunció oficialmente la aparición de la pandemia del COVID19, lo que ha representado retos y ha puesto en evidencia la capacidad de resiliencia y adaptabilidad del sector. Hoy podemos decir que tenemos algunas lecciones aprendidas, pero la situación sigue siendo cambiante y cada vez más exige el desarrollo de competencias técnicas “hard skills” y especialmente las competencias blandas “soft skills” que permitan afrontar el impacto en la salud emocional y la productividad del personal en el sector hotelero.
A poco más de año y medio de vivir sus consecuencias, es para la mayoría de nosotros un gran problema, pues se ha generado una huella emocional impactando sobre nuestra salud mental y emocional afectando todos los niveles de nuestra vida: personal, familiar y laboral. La presencia del COVID-19 puede resultar particularmente estresante para las personas que forman parte de las organizaciones, especialmente para quienes las dirigen, esto por la gran responsabilidad que conlleva el desempeño de sus cargos. Además, sentimientos constantes como el temor y la ansiedad debido al riesgo de contagio, la preocupación por su salud y la de sus seres queridos, los cambios en los patrones de sueño o alimentación, las dificultades para dormir o concentrarse, el agravamiento de ciertas morbilidades, la salud mental, y mayor consumo de tabaco y/o alcohol y otras sustancias, trae consecuencias en corto, mediano y largo plazo.
Si a este coctel de emociones se le suma la incertidumbre por la posibilidad de perder los puestos de trabajo y vivir el desequilibrio en la economía familiar, resulta un estresor de alto impacto. De acuerdo con el Doctor Ricardo Díaz Castillo de la Universidad Autónoma del Estado de México, en su investigación relacionada con la depresión por COVID-19, establece que “esto ha derivado en 300 millones de personas en el mundo diagnosticadas con depresión, lo que representa que 5 de cada 100 personas se encuentran en estados depresivos”. Es así como el estrés laboral generado por la incertidumbre puede generar la paralización de las operaciones cotidianas, baja en la productividad personal y laboral, y por lo tanto, pérdidas materiales y financieras en las empresas del sector.
Por otra parte, medidas a nivel laboral, como el teletrabajo, pueden impactar en las dinámicas de las rutinas diarias si no se gestionan de manera adecuada. El exceso de trabajo, la exposición del espacio íntimo y las pocas pausas activas, atender a los hijos en sus actividades escolares y las tareas de casa, pueden ser un detonante de estrés ante la necesidad de atender todas esas demandas. Si bien, la opción de teletrabajo no es aplicable en todos los procesos de servicio del sector hotelero, es importante en todo caso, hacerlo de forma equilibrada, por lo que se hace prioritario contar con organizaciones humanas, ágiles, eficientes y adaptables.
Las áreas de RRHH tienen un rol fundamental, para garantizar el bienestar generando las condiciones necesarias, para que el individuo pueda obtener, fortalecer y mantener competencias emocionales como la resiliencia, adaptabilidad, tolerancia al fracaso, creatividad, innovación, inteligencia emocional, capacidad de relacionamiento, entre otras, mediante el uso de herramientas y teorías de la psicología positiva, la ecología emocional, el mindfullnes y el coaching, que les permitan una mejor gestión emocional en contextos de crisis e incertidumbre.
En este sentido, el sector público y privado, los representantes de los gremios del turismo y las comunidades les corresponde articularse, aunar esfuerzos y gestionar el apoyo para evitar cierres por falta de productividad, garantizándole al personal sus puestos de trabajo y el bienestar a través del diseño e implantación de programas que atiendan las necesidades de protección, autocuidados y salud física y mental, el descanso y la recreación.